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Perdí a mis amigos por mi pareja

Cuando uno decide establecer una relación de pareja se hace inminente la necesidad de pasar mayor tiempo a solas para conocerse y consolidarse, lo cual trae modificaciones en la vida de ambos, incluyendo al entorno social de cada uno. Es natural que esta pareja haga planes para pasar momentos juntos, se acompañe mutuamente y escriba una historia donde existan muchos espacios de privacidad. Esta etapa suele durar un tiempo pero luego ambos necesitan incorporarse de nuevo a su entorno y hacer participar a su pareja en este mundo. Es allí donde se van conociendo en otras áreas que no son solo las privadas, lo cual los enriquece y a su núcleo familiar y social también. Lamentablemente, no siempre sucede así. Muchas parejas se enganchan en vínculos profundamente dependientes donde se someten a la demanda de amor del otro y renuncian a todo con tal de complacerlo. El hecho es que uno de ellos o ambos renuncian a sus afectos, sus alegrías, sus diversiones y quedan reducidos a un profundo vacío que se cree se llenará con la presencia de la pareja. Falso, eso es falso. Lastimosamente cuando esta relación se termina al menos uno de ellos se queda en la más profunda soledad, que él o ella misma permitió y no hay una red de afectos y vínculos que ayude a sostener este duelo, con lo cual la caída y el luto pueden ser desgarradores. Una vez superada esta tristeza se hace vital que la persona revise su manera de amar y la forma como renuncia “a sí misma” para transformarse en lo que su pareja quiere, con la única posibilidad que ese tipo de relaciones trae: la destrucción de ambos.

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