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Papás que no le dedican tiempo a sus hijos


La vida moderna nos ha llenado de ocupaciones y de necesidades. Nos proponemos estudiar, trabajar, hacer ejercicios, entre otras varias actividades. En este mundo de urgencias y de prisas, algunos padres no se dan el tiempo para dedicarle a sus hijos o simplemente no se toman la molestia de ver lo que realmente significa dejar “solos” a los chicos.

Es importante el tiempo para corregir, para educar, para adquirir hábitos, así como el tiempo que el niño requiere pasar con sus padres.


Es necesario que los niños puedan ver a sus padres felices con actividades propias y que tengan modelos de un papá y una mamá con un sentido en sus vidas, pero a la vez es fundamental la presencia y el contacto entre ambas partes.


Si bien esta forma de relacionarse va cambiando a lo largo de la vida hay algo que sí se mantiene y es la “garantía que de una u otra manera” los padres estarán allí para los hijos.


Para lograr ser un adulto sano y feliz, se debe haber sido un niño elementalmente feliz. Para poder amar y respetar a los demás, es fundamental haber sido amado y respetado. Para saber entregar nuestro tiempo a los demás, es necesario que de niño nuestros padres nos hayan entregado el suyo. De esta forma tanto los padres como los hijos se sentirán bien y plenos de hacerlo.


Cuando nuestros hijos son pequeños, nos necesitan de una determinada manera, diferente al mundo adulto, porque requieren que nosotros compartamos con ellos parte de su mundo infantil, de sus fantasías y de su compañía.


A lo mejor, para un hijo es básico que te sientes a su lado para ver juntos sus dibujos animados favoritos; para tu niña lo será el hecho de jugar juntas a las muñecas, y si no tienes ganas o fuerza al menos déjala hacerlo cerca de ti, así tendrá un contacto visual y cercano.


No se trata de estar siempre con los niños como si fuéramos sus esclavos. Como he mencionado anteriormente, los padres deben tener una vida propia y lo más plena posible, con sus propios momentos de descanso y de intimidad. Lo que sí es importante es invertir los mejores tiempos (en momentos claves del día, en los fines de semana, en las vacaciones) para los hijos. Y eso es posible.


No esperes a que tu hijo se enferme para dedicarle horas y días enteros, cuando antes casi nunca compartías un buen tiempo para él. Si fuera así lo podrías confundir y el pequeño sentiría que solo en medio de la fragilidad y la enfermedad tiene realmente a su papá o a su mamá.


fuente: RPP

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