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Oigo voces, ¿estoy enloqueciendo?


Muchas veces las personas se encuentran en un estado emocional tan difícil que temen perder la razón. Y al decir “perder la razón” nos referimos a aquellos individuos que sienten que enloquecerán, perderán el juicio y dejarán de sentirse dueños de sus propias vidas.

Se sienten extraños e invadidos por la angustia. En muchos de estos casos sí podemos estar ante la posible perdida del juicio.


Desde los orígenes de la humanidad, ha existido la denominada “locura” y muchas genialidades han estado ligadas a ésta. Sin embargo, existen diferentes tipos aunque todas comparten algunos elementos:


- Ruptura con la realidad
- Presencia de síntomas relacionados con quejas del cuerpo
- En muchos casos alucinaciones y en otros tantos creencias irreales


En estos casos, las personas tienen una verdadera dificultad para estar en el mundo.


Escuchar voces implica un nivel mayor de desorganización del pensamiento, que da cuenta de una enfermedad de contenido psicótico. También pueden surgir alucinaciones visuales, de la sensibilidad en la piel o de las que hemos mencionado, las auditivas.


La locura es una enfermedad que debe ser tratada de una manera integral y no siempre tendrá cura, sin embargo se puede llegar a niveles de estabilización tan óptimos que el paciente puede tener una vida humanizada y no de deterioro.


Veamos algunos indicadores:


- Desorganización de la personalidad
- Alteraciones del juicio crítico y de la relación con la realidad
- Trastornos del pensamiento, ideas y construcciones delirantes.
- Frecuentemente aparecen perturbaciones de la percepción (alucinaciones).


SIGNOS Y SÍNTOMAS


- Alteración afectiva, es decir, las relaciones con otras personas, familiares o no, se ven alteradas, en detrimento de éstas.


- Alteraciones en la capacidad intelectual, es decir, trastornos en el juicio crítico, del pensamiento, entre otras.


- Alteraciones de la percepción de la realidad, es decir, el paciente puede sufrir delirios.


- Alteraciones de la actividad física: la capacidad motora del paciente puede disminuir, siendo torpe en sus movimientos y no pudiendo realizar actividades que requieran destreza y coordinación.


- Cambios bruscos y profundos de la conducta.


- Abstraerse en sí mismo, sin hablar con nadie.


- Creer, sin motivo, que la gente lo observa, habla de él o trama algo contra él.


- Hablar a solas creyendo tener un interlocutor (soliloquio), oír voces, tener visiones (alucinaciones visuales, auditivas) sin que existan estímulos.


- Tener períodos de confusión mental o pérdida de la memoria.


- Experimentar sentimientos de culpabilidad, fracaso o depresión.


Es fundamental que la persona que padece estos síntomas reciba tratamiento, el mismo que tendrá dos vertientes: la psiquiátrica, es decir de la medicación; y la analítica, que ayudará en la reconstrucción de la “falta de significación” producida dentro de su aparato psíquico.

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