Dentro del mundo de los niños, o mejor dicho de los hijos, existe el temor de dejar de ser amados por sus padres y quedar en un lugar de exclusión respecto al amor y cariño de éstos.Este sentimiento está presente en todas las familias, incluso en las bien constituidas y armoniosas. Sin embargo, este temor se puede convertir en una amenaza real cuando los hijos saben que el padre se casará con otra mujer que no es su madre o viceversa.En este blog, ejemplificaremos con el caso del padre, pero bien puede ser la madre quien se case con otro hombre. Inevitablemente, la situación en que el padre se casa con otra mujer, provoca en los hijos un sentimiento de miedo a la separación, a no formar parte de esta nueva familia y a la creencia de que la nueva mujer es la ladrona de la vida de su padre. Estos fantasmas pueden desaparecer, en gran medida, cuando los hijos establecen un vínculo independiente con la futura esposa de papá, de esta manera no se sienten atrapados en una competencia por el amor del padre. En esta dinámica, la función de la madrastra es fundamental para ayudar a que el proceso se dé. Ella debe estar muy lejos de adoptar una posición infantil y competitiva. El rol del padre pasa por brindar seguridad a sus hijos en los planos físico, psíquico y espiritual. Él debe darles la entera confianza de que siempre está presente, que pueden acceder a él cuando quieran, ya sea en forma individual o familiar. Este mismo padre, en calidad de esposo, debe asegurarle a su esposa un lugar de respeto e integración paulatina con los chicos. Los peores problemas se dan cuando el padre, atrapado por la culpa, sobreprotege a sus hijos y no los ayuda a calmar sus miedos y angustias sino que los consolida, desdibujando la imagen de la esposa y a los chicos los deja atrapados en sus miedos infantiles.
Fuente: RPP