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Mamá primeriza y el primer contacto con su bebé


El nacimiento del primer hijo es una experiencia que está cargada de múltiples sentimientos. Estos pueden ir desde el amor profundo, el apego y la fascinación hasta sentimientos de miedo, angustia, desolación y rechazo. En esta etapa, el hijo confronta a la madre con sentimientos muy fuertes sobre su propio origen y sobre la manera como ella fue deseada y tratada a lo largo de su vida, pero principalmente a los mensajes que en todo este tiempo recibió de sus padres. Es decir qué significó ella en la vida de éstos y cómo afectaron su vida. El primer hijo es sobre el que recae toda la atención pero también toda la frustración de los padres, sobre todo de la madre. Al decir frustración me refiero a esos sentimientos de infelicidad que una madre puede tener por la llegada de su hijo, dada porque tiene que renunciar al trabajo, a sus actividades o por que ella misma siente que “tener” un hijo puede ser un problema. Para una mujer, el primer hijo es un ser que se gesta en su alma desde los juegos de su infancia, como diría el poeta hindú Rabindranath Tagore. Construye un hijo en ella misma, desarrollando sentimientos y fantasías que sólo se terminan y se hacen realidad cuando este hijo es puesto en sus brazos. Durante el embarazo, la mamá siente alegría pero también inseguridad, lo cual se ve reflejado en la tremenda duda que tenemos las mujeres sobre si el bebe está saludable. Esto no solo habla del amor de mamá, sino del miedo que implica ser “mujer dadora de vida”. Estos miedos se esfuman cuando el bebe nace. Tener al bebe en brazos, encontrarse con ese ser pequeñito, es más bien un reencuentro entre la fantasía del hijo soñado y la realidad del hijo nacido. De allí y en ese mismo instante la historia de ambos continúa. El bebe recibe todos los sueños y las pesadillas que la madre trae consigo. Existen estudios sobre el psiquismo del recién nacido y lo que podemos decir sobre este encuentro con su madre, es que el bebe atraviesa por un momento de desorganización emocional por la gran cantidad de estímulos, así como por el inicio de todas sus funciones corporales para seguir viviendo. Esto hace que el bebe busque en la madre a un ser que además de darle alimento, le dé un sentido en su vida. Sí, al decir un sentido en su vida, me refiero a que el niño puede registrar si es un bebe deseado y qué lugar en el mundo de la madre ocupará. Este momento entre la madre y el hijo debería contar siempre con la presencia del padre. Ese bebe también necesita asegurar el deseo y orgullo de su progenitor, y en la capacidad de protección que este hombre pueda tener para con la madre y el bebe. Si falta el padre, si falta su deseo, la madre es quien queda en abandono y se le dificulta el camino para sostener a su hijo en el amor. Es importante finalmente decir, que no se trata de ser una madre o un padre perfecto, se trata de ser personas que nos maravillamos con el misterio de la vida, con el nuevo ser que nace. No debemos idealizarnos a nosotros mismos ni al bebe, sino humanizarlo, lo cual se logra amándolo y amando las circunstancias, no siempre ideales, en que esta vida toca la nuestra.

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