.

.

Importante2

¿Cómo manejar el trauma psíquico?

Trauma


Se puede decir que el trauma psíquico es toda experiencia que golpea emocionalmente a un ser humano, rompe su estabilidad emocional y lo llena de un sentimiento de vulnerabilidad e incapacidad de reacción y respuesta. El trauma rompe el equilibrio previo. Hablando en términos muy analíticos, “el aparato psíquico queda invadido de tanatos”, es decir de sentimientos de muerte e incapacidad de defensa.

El trauma psíquico puede ser múltiple y depende de cómo lo vive cada persona. Para algunos, las separaciones son traumáticas; para otros, lo que pasa con su cuerpo puede serlo si hablamos de cirugías, accidentes, parto, etc.

Las situaciones que pueden desencadenar un trauma son, en la mayoría de los casos, inesperados e incontrolables y golpean de manera intensa la sensación de seguridad y auto-confianza del individuo provocando intensas reacciones de vulnerabilidad y temor hacia el entorno.

Ejemplos de este tipo de situaciones son los siguientes:

- Accidentes.
- Desastres naturales como terremotos, huaycos, inundaciones.
- Pérdida Inesperada de familiares.
- Asaltos, delitos, violaciones.
- Abusos físicos y/o sexuales
- Torturas, secuestros, actos terroristas.

El trauma psicológico se puede entender como un trastorno en el que la persona queda paralizada e inundada por un estado de ansiedad e intensidad psíquica activa debido a una experiencia traumatizante. La respuesta traumática puede aparecer inmediatamente después de ésta pero en algunos casos se demora incluso años.

Los síntomas pueden ser físicos, psíquicos y cognitivos entre los que encontramos : trastornos alimenticios o del sueño, apatía, dolores crónicos de origen desconocido, depresión, ansiedad, ataques de pánico, trastornos obsesivo-compulsivos, aturdimiento, sensación de perder el control, lapsos de memoria, desconsuelo, vivencia repetida de la experiencia traumática.

Luego de una experiencia traumática el ser humano no vuelve a ser el mismo. Puede crecer y madurar o por el contrario enfermar. Pero algo cambia. Uno de los aspectos más difíciles en estas situaciones son los estados de angustia que no son otra cosa que “la terrible experiencia de sentir que todo es amenazante, que hay un peligro inminente y que la proximidad de la desolación y la muerte está sobre nosotros”.

Esta angustia es una alarma que nos habla de lo vulnerables que somos y de lo expuestos que estamos al abandono, a la pérdida y a la muerte.

Cuando esta angustia desborda el aparato psíquico entonces deviene el ataque de pánico que es, para quien lo sufre, la inminencia de la destrucción. No solo de la física sino de la pérdida de todo lo amado, de todos los referentes, de todo el sentido.

Es un estado alterado de la conciencia donde lo único que existe es el “hueco negro del horror”. Esto no se puede manejar con la razón; por el contrario, en el momento del ataque de pánico lo que se debe hacer para ayudar a la persona es:

- Dejarlo que se mueva y desplace para que la angustia sea descargada parcialmente por el movimiento físico.
- No resondrarlo con frases como estas: “qué te pasa”, “contrólate”, etc. Pues en lugar de ayudar a la persona la angustia más.
- Se tienen que emitir mensajes tipo: “todo estará bien”,”esto va a pasar”, “no estás solo, estoy a tu lado”.
- Ayudarlo a que pueda concentrarse en su “respiración”, a que esta sea profunda. Es una manera de sacarlo del pensamiento amenazante.
- Abrace a la persona, sosténgala, háblele con amor, con firmeza y con protección.

Pasada la crisis, es importante que ayudes a esta persona con tu presencia y así pueda recuperar su facultad de pensar pues esta es una de las funciones que se pierde en situaciones traumáticas. Uno se desconecta de la realidad.

Es importante ayudarla con el contacto y permitirle hablar de lo vivido. La persona volverá al tema una y mil veces, buscando descargar la carga de horror y muerte que vivió. El pensamiento tendrá que ir unido al sentimiento que lo acompañe y nunca se debe buscar separarlo.

Es vital vivir el duelo, poder llorar la pérdida, sea de un ser humano, de objetos materiales o de sus sueños.

Es importante repasar la escena dolorosa hasta que esta pierda fuerza en el mundo interno. Es el momento en que el ser humano se confronta a su vulnerabilidad y a lo expuesto que está ante los otros, siendo este “otro” una persona o un desastre.

Para finalizar, solo quiero decir que los seres humanos somos seres “de vínculo”. Nos construimos con “el otro y desde el otro” y esa capacidad de contacto es lo que nos permite la vida, la existencia, la reparación.

No se necesita ser psicólogo o terapeuta para ayudar en el proceso de recuperación de un ser humano que está destruido.

Importante